Es innegable que en España hemos llegado a un punto de degradación de la política y las instituciones que tiene ya difícil arreglo. Los españoles nos hemos acostumbrado a ver día sí, día también, ataques al jefe del Estado por parte de ministros y miembros del ejecutivo o de diputados socios del actual gobierno con lo que se deslegitimiza nuestro actual estado de derecho, las leyes que todos nos dimos y que votamos masivamente en la reconciliación de la transición y donde además, se hace lo posible para ningunear al Rey convertido ya en una marioneta del ejecutivo con el bozal puesto pues lo quieren calladito. Simplemente que el Monarca declare que le hubiera gustado acudir a la entrega de los despachos judiciales a los nuevos jueces en Barcelona, evento al que el Ejecutivo le prohibió ir para contentar a sus socios independentistas, ya es considerado como una afrenta por parte de este gobierno social comunista tachándole de partidista y de falta de neutralidad política desde nada más y nada menos que un ministro. Además de vetarle cada vez en una mayor cantidad de actos, lo quieren con bozal y que no moleste. No es de extrañar pues tenemos un vicepresidente que abiertamente ha reiterado que su verdadero objetivo es derrocar a la monarquía y establecer una nueva república en España, sobre todo claro está, para controlar lo poco que aún no controlan de las estructuras del Estado y para ayudar a terminar de desgajar este país. Con la justicia cada vez más politizada, la fiscalía del Estado convertida en un brazo político del Gobierno, los abogados del Estado que deberían también cambiar su nombre por el de Abogados del Gobierno y los medios de comunicación totalmente controlados y apesebrados a través de subvenciones y jugosos contratos de publicidad gubernamental.

Pero si es triste darse cuenta de que, buena parte del ejecutivo, está encantado con el actual clima de confrontación entre los poderes del Estado y las instituciones, más aun es ver el grado de conformismo con el que los españoles nos tragamos todo, desde el indulto a unos señores que intentaron dar un golpe de Estado malversando dinero público a la burda manipulación política de la Fiscalía del Estado que ya, haciendo el caldo gordo al Gobierno, ha pedido que éste no sea investigado por absolutamente ninguna responsabilidad de las 53.000 muertes de españoles por COVID. Poco importa que seamos los campeones del mundo en la primera y ahora también en la segunda ola en todo tipo de métricas negativas de la enfermedad y de su gestión. Tampoco parece importar la reforma del código penal hecha a la carta de golpistas para que puedan reincidir en el futuro sin ningún problema.

Es absolutamente increíble ver cómo somos el país que, según revistas científicas y organismos internaciones, peor ha gestionado la pandemia a consecuencia de lo cual 53.000 españoles han perdido la vida y que aquí no pase nada. Es increíble comprobar cómo se anuncian los indultos a los golpistas condenados por malversar dinero público utilizándolo para dar un golpe de estado y que aquí no pasa nada. Es increíble comprobar cómo se anuncia la modificación a la carta del código penal en lo relativo a los delitos de sedición y rebelión para que los condenados no tengan en el futuro el más mínimo problema si reinciden , cosa que por cierto ya han manifestado harán, y aquí no pasa nada. La pregunta es: ¿Qué tiene que pasar para que España salga a la calle y eche a estos incompetentes reaccionarios radicales del Gobierno social comunista que a lo que aspira es a parecerse cada vez más a la Venezuela de Maduro? Si seguimos avanzando en ese camino a la velocidad a la que lo hacemos ¿España terminará despertando en algún momento o seremos todos los que un día nos despertaremos en un Estado nada democrático y represivo en donde hasta la forma de pensar se persiga (la futura ley de memoria democrática que ya se está perfilando avanza también en este sentido) o donde acabemos viendo, cómo se vuela una cruz que es monumento nacional solo por ser cruz, al más dulce estilo talibán.

 Estamos sin duda ante un Estado en descomposición y un pueblo adormecido, pero por desgracia, la experiencia nos dice que con el viejo pan y circo romano, el pueblo español, en su inmensa mayoría, tragará todo, como de hecho ya lo está haciendo. Sólo necesitamos fútbol los domingos, las tertulias de la sexta para entretenernos y sectarizarnos un poquito más y una buena subvención para que la vida fluya sin que nos importe un bledo la enorme degradación de un Estado que pierde, a pasos agigantados, el adjetivo de democrático.

Pero en este panorama desolador sólo hay una cosa que le puede salir rematadamente mal al Ejecutivo que cree tenerlo todo controlado. La crisis que se avecina, especialmente en España, es de proporciones bíblicas y el pan comenzará a faltar cada vez más en las mesas de un mayor número de familias, las subvenciones no llegarán como de hecho está ya pasando con el cacareado ingreso mínimo vital que apenas nadie cobra y el paro, como ya advertí al comienzo de esta legislatura, subirá en varios millones de personas, número al que la Seguridad Social es imposible que haga frente sin que se tire de la deuda pública que nos compra el BCE en proporciones cada vez más descomunales. Creo sinceramente que, por desgracia, lo que está por venir es una durísima etapa de hambre y pobreza para este país que, posiblemente, como siempre ha ocurrido con el giro masivo del voto a la derecha, terminará provocando ese giro político. Ignoro sin embargo si ello finalmente ocurre, el grado de aceptación de unas fuerzas de izquierda cada vez más radicales, que tienden a aceptar la democracia sólo cuando les votan a ellos y a deslegitimarla cuando no son ellos los votados. Véanse las manifestaciones y altercados en las regiones en donde ganaron las derechas, entonces si se puede cercar el parlamento y declarar la “alerta antifascista”. Curioso paralelismo con EEUU donde Hillary Clinton ha pedido ya a Biden a que no reconozca el resultado de las elecciones norteamericanas del 3 de noviembre si el que gana es Trump.

Les deseo de verdad a todos mucha suerte para lo que creo está por venir.  La vamos a necesitar, pero por encima de ello, lo que les deseo y necesitamos aún más es determinación y valentía, autonomía en el pensar y sentido crítico con las cosas que están pasando y estamos viviendo. Es el pueblo español el que, sobre todo a través del voto y la movilización democrática, debe decir ¡basta! Basta a esta degradación democrática que clama al cielo y que supone un atropello a la justicia, la libertad de pensamiento, al estado de derecho y a la separación de poderes. Desde este blog yo pongo mi granito de arena, hagan por favor ustedes lo mismo con su voto y con su actitud democrática aunque para ello, se haya de ser por desgracia, casi un héroe en esta sociedad donde lo políticamente correcto  y hasta la forma de pensar se impone por decreto.

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